Davos como metáfora

Allí estaban. Frente al estrado de fondo azul con el conocido logo de «WEF» (Foro Económico Mundial). En pie. Aplaudiendo enfervorizados. Era el keynote speech de inauguración, el momento cumbre de la cumbre, incluso de las cumbres tan hábilmente organizadas por Klaus Schwab desde 1971, en las cumbres alpinas de Davos-Klosters. ¡Qué audiencia cuajada de Jefes de Estado y de Gobierno, diplomáticos y altos funcionarios! También presentes, los académicos y expertos de mayor lustre y fuste. Y sobre todo, sobre todo, palmeando sin tregua, los CEOs, sabedores que participar en esta cita confiere rango de gran empresa (el aeropuerto de Altenrhein, colapsado como en tantas ocasiones, por un enjambre de jets privados). Ante el atril, quien se exhibía abanderando el futuro no era otro que Xi Jinping. Por primera vez un jefe de Estado chino comparecía en persona, en este templo del capitalismo. Y lo hacía con el aura de pronunciarse -heredero de «todo bajo los cielos»-.

Era enero de 2017. El lema de aquel encuentro: Responsive and Responsible Leadership (Liderazgo atento y responsable). EEUU parecía encogerse, con Trump empeñado en desprestigiar la institución de la Presidencia americana, pilar del orden liberal. En plena desaceleración del crecimiento económico mundial, el mandatario chino argumentó una respuesta urgente y valiente de los powers that be, que él encabezaría. Recordó el largo y arduo viaje de China y lo recorrido en 38 años de reforma y apertura. Pekín, dispuesto a impulsar la prosperidad de todos. Reclamó para el Imperio del Medio el liderazgo responsable de la comunidad internacional. Y con símiles y alegorías, se erigió en adalid de la «globalización y el libre comercio» que «han traído enormes avances en salud, riqueza, educación».

Cómo han cambiado las cosas. Sin la nieve, los hielos tradicionales y los oligarcas rusos. Por primera vez en primavera, la edición que se celebra estos días lleva el emblema History at a Turning Point: Government Policies and Business Strategies (Historia en un punto de inflexión: políticas gubernamentales y estrategias comerciales). Con el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, en pole position. El slot de honor. Comparecían más o menos los mismos y la ovación fue cerrada y unánime. Salvo los representantes de China, que abandonaron la sala por no sumarse al homenaje. Lo que escucharon, sin embargo, no fueron las mieles de la «globalización amable» de hace un lustro, sino un severo chorreo al sector privado y gobiernos. Símbolo de los tiempos, Zelenski se centró en su mercado de 40 millones y el proyecto de reconstruir Ucrania después de la guerra. Pidió sanciones y cortar todos los lazos comerciales con Rusia. En este baluarte del liderazgo económico de nuestros destinos, el mensaje resultó particularmente emblemático.

Una frase retumbará de cumbre en cumbre: «La Historia está en un punto de inflexión… Este es el momento en el que se decide si la fuerza bruta dominará el mundo». Davos como metáfora. El mundo de ayer, ya hoy.