Los paros de plantas y la presión social no consiguen que el Gobierno se siente con los huelguistas

Los paros de plantas y la presión social no consiguen que el Gobierno se siente con los huelguistas

En el undécimo día de paro de transportistas, con la cadena alimentaria ya en el límite de sus posibilidades y con fábricas de las mayores multinacionales del sector ya parando su producción, el Gobierno se reúne hoy con los transportistas para tratar de buscar una solución a este conflicto que está generando «daños incalculables al país y al conjunto de la economía», según denuncia la cadena agroalimentaria, que advierte de que la cadena tardará varios días en poder volver a la normalidad.

La presión sobre el Ejecutivo va en aumento y no procede sólo del sector agro. Las patronales CEOE y Cepyme pidieron ayer al Gobierno que «clarifique y detalle con la máxima urgencia» las medidas que prevé adoptar para frenar la subida de los costes energéticos y la espiral inflacionista, así como para poner fin al bloqueo de las carreteras. «Es preciso que las acciones sean rápidas, concretas y efectivas», subrayaron ambas organizaciones en un comunicado.

A ellos se suma la urgencia de los propios transportistas, cuyo malestar acorrala cada vez más a Moncloa. Ante la situación, el Gobierno decidió ayer adelantar a este jueves la reunión prevista con la gran patronal del sector, en lugar de celebrarla el viernes como estaba inicialmente previsto. En la mesa de negociaciones volverán a sentarse vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, quienes acompañarán a la ministra de Transportes, Raquel Sánchez. Del lado de los transportistas repetirá el Comité Nacional del Transporte por Carretera (CNTC), pero no estará, de nuevo, ningún representante de la Plataforma Nacional en Defensa del Transporte, convocante de los paros y movilizaciones.

De esta manera, el Ejecutivo vuelve a dejar claro que no considera a la plataforma una interlocutora válida. Su ausencia además eleva el desafío que ambas partes mantienen desde el inicio de las protestas y vuelve a poner en cuestión una pronta resolución de las mismas, teniendo en cuenta que la principal reclamación de la plataforma es que se les incluya en las negociaciones. «Siguen sentándose con las personas equivocadas», ha repetido en varias ocasiones Manuel Hernández, presidente de la organización.

Mientras, algunas factorías de grandes empresas de alimentación, como Danone, ya están parando ante las dificultades para poder seguir con su actividad, porque no les llegan las materias primas necesarias para producir, y por las complicaciones para trasladar el producto ya acabado.

El gigante lácteo ha detenido la producción en una de sus plantas de lácteos, tiene otra a medio gas y las otras dos aún operativas, pero «con riesgo de parar en breve si no entra material», explicaban ayer fuentes de la compañía, que ya advirtió de que cesaría la producción en 24 horas si no se encontraba una solución a los paros. La industria aceitera española también se ve abocada a cerrar sus instalaciones ante la falta de materia prima y material auxiliar para poder seguir operando, «una situación que ya amenaza seriamente con distorsionar el mercado interior», señalaban.

Las aceiteras «no pueden abastecerse de aceite y material auxiliar (envases, palets, tapones, etiquetas…), ni tampoco dar salida a sus productos terminados, lo que ha provocado que muchos almacenes se encuentren al límite de su capacidad», señala Asemesa, patronal de sector.

Mientras tanto las empresas agroalimentarias sufren los costes de tener que mantener la cadena de suministro en estas circunstancias extremas. «Estamos haciendo esfuerzos a diario para reorganizar el surtido y que los consumidores puedan hacer su compra completa, con productos de todas las categorías», señalaba Felipe Medina, secretario general técnico de Asedas, organización que representa a la distribución.

A estas empresas les está costando 130 millones de euros al día readaptar la logística para poder abastecer las tiendas. Además, hay unos costes «que están asumiendo las empresas y que no se visualizan, como es el producto destruido porque no se puede comercializar. Esto lo está absorbiendo la cadena y erosiona sus márgenes», según Bonmatí. La normalidad tardará en recuperarse muchos días después del fin del paro, porque las fábricas «no se ponen en marcha de un día para otro: hay que reponer los materiales auxiliares, las materias primas… La actividad se mantendrá alterada hasta que se recupere la situación», en opinión de Gerardo Herrero, de cooperativas agroalimentarias.

Algunas empresas incluso han dicho que tendrán que hacer un ERTE a sus plantillas ante el parón de la producción. «Habrá empresas que sin duda tendrán que usar esta herramienta», según Mauricio García de Quevedo, director general de Fiab. Las exportaciones también se están viendo afectadas, pues, según explican fuentes del sector, también hay dificultades para la salida del producto en camiones desde España hacia los países de la UE, y a esto se añade que se ha parado la producción en muchas fábricas, lo que impide poder preparar los contenedores para enviar.

«Diez días de bloqueo en un sector tan eficiente como éste pone en riesgo algo más que un producto fresco y cada día que pasa los costes crecen exponencialmente. No entendemos que la petición de tomar medidas no se esté materializando», lamenta José María Bonmatí. «Nosotros también sufrimos las consecuencias de los aumentos de los costes pero no todas las formas de reivindicar estas demandas son legítimas», dice Aurelio del Pino, presidente de Aces, que recuerda que «hay problemas de abastecimiento, pero no habrá problemas de desabastecimiento». «En las tiendas habrá cestas de alimentación completas», dice.