Reino Unido sustituirá sus centrales nucleares por ‘minirreactores’ para impulsar su independencia energética

Reino Unido sustituirá sus centrales nucleares por ‘minirreactores’ para impulsar su independencia energética

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Reino Unido ha dado un nuevo paso en su carrera para llegar a la descarbonización total de su energía en 2035. Consciente de la dificultad de transitar de un modelo dependiente de los combustibles fósiles a otro completamente renovable en poco más de una década, el gobierno de Boris Johnson ha asumido que un 25% de la energía deberá provenir de fuentes nucleares. Para ello, y ante el inminente cierre de buena parte de las centrales tradicionales británicas, el país ha decidido apoyar un proyecto de Rolls-Royce para desarrollar ‘minirreactores’ que ayuden a reducir la dependencia del gas y el petróleo.

Estos Small Modular Reactors (SMR) están llamados a ser el futuro de la energía nuclear, no solo porque pueden ser fabricados en un lugar distinto al que serán instalados sino porque permiten abaratar costes y reducir el impacto medioambiental respecto a las centrales tradicionales. La teoría sobre la que se fundamentan es la de construir reactores a medida en base a varios módulos, es decir, varios SMR, y, de esa forma, adecuarse a las necesidades y posibilidades del sitio en el que van a desarrollar su actividad. Según ha anunciado la propia compañía, estos reactores modulares de tamaño medio, que se calcula dispongan de una potencia de unos 470 megavatios eléctricos cada uno, podrían operar de forma ininterrumpida durante 60 años seguidos.

Además, para mantenerlos se necesita menos agua, menos terreno y un menor plazo de construcción que una central tradicional. Se estima que una central modular, por ejemplo, podría ser construida en unos 18 meses, lo que, además, unida a su menor coste, podría servir para facilitar el servicio a la red principal de energía a zonas remotas ubicadas en países en vías de desarrollo. Según cálculos aproximados, uno de estos SMR podría dar servicio por sí solo a una ciudad de más de medio millón de habitantes.

Todo ello, además, se enmarca dentro de unas semanas en las que se espera que el Gobierno publique de forma definitiva su hoja de ruta energética para los próximos años. Los tiempos, en un periodo de guerra en el que la energía está cobrando un papel decisivo, están siendo manejados con sumo cuidado, pues ya se están empezando a vislumbrar las consecuencias que tendría un desabastecimiento energético en el país.

Es por eso que, pese a que de aquí a 2028 se cerrarán siete de las ocho grandes centrales nucleares que existen en el Reino Unido, Johnson, según apunta el diario The Telegraph, se habría comprometido con los líderes del sector a que un 25% de la energía que se genere provenga de esta fuente. Además, el primer ministro, de quien se apunta que prefiere apostar por la energía nuclear antes que por la eólica, por ejemplo, también está pulsando ya la opinión pública al respecto filtrando posibilidades de compensación como la de subvencionar la factura de la luz de aquellos que vivan cerca de una central nuclear.

La apuesta de Reino Unido junto a Rolls-Royce por los SMR no será, sin embargo, una realidad hasta principios de la próxima década, pero el proyecto ya ha empezado a financiarse gracias a los más de 250 millones de euros de dinero público que ha recibido y a los 600 millones de euros que invirtieron, entre otros, Catar, la billonaria dinastía francesa del petróleo de los Perrodo y Excelon Generator, el gigante estadounidense de la energía nuclear.

El desarrollo de estos Small Modular Reactors (SMR) todavía está, además, lejos de definirse por completo, pues tiene que pasar varios filtros como el de la Agencia de Regulación Nuclear o el de la Agencia Medioambiental. «El proceso regulador del Reino Unido es respetado y reconocido a nivel internacional. Celebramos que se nos someta a ese escrutinio y aceptamos el desafío de que se analice nuestra propuesta de reactor nuclear», asegura Tom Samson, CEO de Rolls-Royce SMR.

La decisión a principios de año de la Comisión Europea de incluir a la nuclear como una energía verde no estuvo exenta de polémica, pero le ha dado un espaldarazo que, si bien no le va a eximir de reinventarse, puede acabar convirtiéndola en la bisagra hacia un futuro renovable y sostenible.