Perú, el país en el que se volvió casi normal destituir a sus presidentes
Tras ocho meses de su asunción como mandatario, Castillo enfrentará su segundo pedido de vacancia.

Tras ocho meses de su asunción como mandatario, Castillo enfrentará su segundo pedido de vacancia.
La espiral de inestabilidad política que arrastra Perú desde hace un lustro no da tregua. Mañana, justo el día en el que el presidente Pedro Castillo cumple ocho meses en el cargo, el Congreso del país debatirá una nueva moción de vacancia (equivalente a un proceso de destitución) contra el mandatario, siendo el sexto recurso de esta índole contra un presidente del país en los últimos cinco años, y la segunda para el actual jefe de Estado.
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Pedidos similares a este provocaron la caída de Pedro Pablo Kuczynski en 2018 y de Martín Vizcarra en 2020. Aunque analistas consultados por EL TIEMPO dicen que en este caso es poco probable que el presidente sea destituido, lo que sí advierten es que la crisis política en el país se va a prolongar por varios meses más con este precedente.
“Aún no parece haber la suficiente voluntad política para que la destitución de Castillo se haga efectiva debido a divisiones dentro del mismo Congreso, dentro de los mismos partidos y a intereses particulares de los congresistas. Solo cuando los cálculos políticos de los congresistas sugieran que es más costoso para ellos oponerse a la destitución de Castillo que apoyarla, será posible lograr una mayoría para destituirlo. Tendrá que suceder o revelarse algo mucho más contundente para que oponerse a la destitución sea visto como insostenible para los congresistas”, le explicó a este diario Claudia Nava, analista sénior de la firma Control Risks.
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Es poco probable que Pedro Castillo finalice su mandato. Esto, porque las condiciones que conllevaron la destitución de presidentes anteriores no solo aún persisten, sino que se han empeorado
Y es que los ocho meses de Castillo en el poder no han sido nada fáciles para la gobernabilidad de Perú. A juicio de los impulsores de destituirlo (partidos de derecha), la moción de vacancia se fundamenta en una serie de “hechos objetivos” que ameritan la salida de Castillo por “permanente incapacidad moral”, una ambigua justificación que ha abierto la puerta a una espiral de inestabilidad en el país.
Entre las razones para sacar al maestro rural de izquierda del poder figuran las presuntas “contradicciones y mentiras del presidente en investigaciones fiscales” e irregularidades en ascensos militares y policiales, aunque el documento también menciona las “cuestionables” designaciones de por lo menos 10 ministros y la supuesta existencia de un “gabinete en la sombra” en el Ejecutivo.
Castillo intentó desacreditar a sus opositores, que pretenden vincularlo con actos de corrupción.
Presidencia de Perú. AFP
Asimismo, alude a la intención del mandatario de someter a consulta popular una salida al mar para Bolivia y a las recientes declaraciones de una empresaria que denunció ante la Fiscalía una presunta red de corrupción enquistada en el Ejecutivo, lo que Castillo rechazó tajantemente y acusó de ser un plan de un sector de la oposición para sacarlo del poder.
“Me apena que sigan las zancadillas y no se escuche al pueblo. Tenemos que decirle al país que nosotros no hemos venido a robar ni un centavo”, dijo Castillo, quien aseguró que hay un complot en su contra y anunció que asistirá al debate este lunes para defenderse de las acusaciones.
Vizcarra fue destituido en noviembre del 2020 por ‘incapacidad moral’.
Ernesto Arias. EFE
En este tiempo, la desaprobación del mandatario cayó en marzo a 66 por ciento, tres puntos menos que en febrero, cuando alcanzó su mayor nivel (69 por ciento). Pero aún más desprestigiado está el Congreso, que acumula un rechazo de 70 por ciento, según sondeo de Ipsos.
Castillo no solamente ha sido objeto de señalamientos de sus detractores, también ha tenido que nombrar a cuatro gabinetes en los ocho meses que lleva en el poder. Uno de ellos no ajustó ni una semana en funciones.
La falta de constancia en los puestos de su gabinete afecta la estabilidad del país en doble vía. La primera, porque se hace sumamente difícil impulsar una agenda de gobierno cuando los ministros van y vienen.
En Perú señalan a Castillo de nombrar a personas cercanas a su círculo pese a que sobre muchas de ellas recaen duros cuestionamientos. Una de ellas, por ejemplo, tenía denuncias por violencia familiar.
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“Es un fiasco en el mayor sentido de la palabra. No solo en el sentido coloquial, sino político y moral en la persistencia en el error, de colocar amigos cuestionables. (Castillo) confía en sus amigos y paisanos sin experiencia de gestión, sin credenciales democráticas y con antecedentes de corrupción (…). Para citarte a (Francisco) Sagasti (expresidente peruano), él no sabe diferenciar entre el bien y el mal”, le comentó a este diario Fernando Vivas, analista político peruano y columnista del diario El Comercio, de Lima.
Y la segunda porque profundiza la difícil relación entre Legislativo y Ejecutivo, que ha sido la característica. En este lustro, Perú ha tenido ya cinco presidentes, un hecho sin precedentes.
Para finales de 2020, en un hecho inédito, desfilaron tres mandatarios diferentes en poco más de siete días cuando Martín Vizcarra (quien había remplazado a Pedro Pablo Kuczynski, que renunció antes de ser vacado) fue destituido por el Congreso. Tras su salida del cargo, Manuel Merino asumió las riendas, pero seis días después dimitió tras unas protestas inéditas en su contra. Lo remplazó el presidente del Congreso, Francisco Sagasti, quien llegó al fin de su mandato y se lo entregó al vencedor de las elecciones, el sorpresivo profesor Pedro Castillo.
Pedro Pablo Kuczynski, presidente de Perú entre 2016 y 2018.
Luka González / AFP
La incógnita reside ahora en saber si el hemiciclo alcanzará los 87 votos que se necesitan para que la moción sea aprobada y proceda así la destitución del gobernante. Si es destituido, el poder lo asumiría su vicepresidenta, Dina Boluarte.
Aunque Vivas tampoco cree que en este caso la moción vaya a prosperar, considera que poco a poco otros sectores diferentes a la oposición de derecha, como centro y centroizquierda, se han venido sumando con críticas al gobierno de Castillo, lo cual podría allanar hacia el futuro otro proceso de vacancia que termine en la destitución.
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“En Control Risks creemos que es poco probable que Pedro Castillo finalice sus cinco años de mandato. Esto, porque las condiciones que conllevaron la destitución de presidentes anteriores (como la alta fragmentación del Congreso, partidos políticos débiles y con poca disciplina, corrupción, entre otros) no solo aún persisten, sino que se han empeorado ante un Ejecutivo débil que cada vez más se enfoca en asegurar su propia supervivencia que en liderar el país”, acotó la analista Nava tras explicar que considera que la estabilidad en Perú se puede acentuar más.
Llamados internacionales
Y en el escenario internacional, el choque de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo en Perú volvió a trascender fronteras y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) hizo un llamado a respetar la “voluntad popular”.
El presidente rotativo de la Celac, el argentino Alberto Fernández, expresó a mediados de marzo su “preocupación por la situación institucional que atraviesa Perú”. También hizo hincapié en “la necesidad de que se respeten el orden democrático y la voluntad popular expresada en favor del presidente Pedro Castillo”.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ente autónomo de la OEA, había advertido el 10 de diciembre su preocupación por la forma como se ha desvirtuado en Perú la “vacancia presidencial por incapacidad moral” debido a la “falta de definición objetiva” que tiene esa figura, lo que causa “impacto (…) en la institucionalidad democrática” del país.
La posible destitución de Castillo ronda en el aire desde su elección en junio, cuando sus rivales denunciaron “fraude” a pesar del aval a su victoria por parte de observadores de la OEA y la Unión Europea.
Y mientras la comunidad internacional señala los riesgos institucionales que enfrenta Perú, lo cierto es que, de sobrevivir al pedido de destitución, Castillo tiene el enorme reto de traer estabilidad para poner a correr una agenda de gobierno que ponga en marcha la economía peruana, un punto clave en época de pospandemia.
Según El Comercio de Perú, “las tensiones entre el presidente Castillo, el gabinete ministerial y el Congreso han socavado la ejecución y creación de políticas públicas, así como han elevado la incertidumbre política”.
Ese mismo medio advierte, citando a la calificadora Fitch Ratings, que esta convulsión política ha desalentado las perspectivas de inversión en el país. Los constantes cuestionamientos que rondan a Castillo y la capacidad “liquidadora” que tiene el Congreso peruano de destituir presidentes con suma facilidad han sumido a Perú en una crisis sin precedentes. El enorme desafío ahora es evitar a toda costa que en el país siga siendo costumbre tener nuevo presidente mes a mes.
CARLOS JOSÉ REYES GARCÍA
REDACCIÓN INTERNACIONAL
EL TIEMPO
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