Otán y Biden: fortalezas y límites en su respuesta frente a Rusia

Cumbre de aliados dejó entrever que herramientas para frenar a Putin se agotan.

Otán y Biden: fortalezas y límites en su respuesta frente a Rusia

Cumbre de aliados dejó entrever que herramientas para frenar a Putin se agotan.

Dos cosas quedaron mas bien claras tras las reuniones de emergencia que sostuvieron esta semana Estados Unidos y los aliados europeos en Bruselas para discutir la crisis mundial que desató la invasión rusa en Ucrania y que ya completó un mes.

La primera es la firme determinación que existe entre los aliados de seguir castigando a Moscú por su sangrienta e injustificada guerra. La segunda es que los instrumentos con los que contaban para presionar al Kremlin y quizá hacerlo cambiar de parecer se han comenzado a agotar.

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Entre miércoles jueves y viernes los líderes de la Otán, el G-7 la Unión Europea más el presidente Joe Biden sostuvieron tres encuentros para coordinar estrategias y elevar aún más la presión. Y en ese sentido hubo varios nuevos anuncios. Por un lado se acordó incluir en la lista de sancionados a más de 400 oficiales rusos, entre ellos todos los miembros de la Duma (o parlamento).

Así mismo, apretar las medidas para impedir que empresas o países puedan continuar haciendo transacciones con Rusia y así volver más eficiente el torniquete económico aplicado.

La Otán, de paso, anunció un plan con el que busca duplicar su presencia militar en los países del llamado flanco este –más próximos a Rusia–, Eslovaquia, Hungría, Bulgaria y Rumanía, no solo con hombres sino también con respaldo aéreo. 
Una movida con la que esperan disuadir a Vladimir Putin de cualquier ataque contra países miembros de la Alianza y proteger los corredores de ayuda humanitaria y militar que fluyen hacia Ucrania.

También se acordó aumentar, de manera individual, el envío de armamento que permita a los ucranianos repeler los ataques rusos y pasar a la ofensiva en algunos puntos del país, como ha venido sucediendo.

Paralelamente, Biden y la Unión Europea anunciaron una estrategia conjunta para reducir la dependencia en el Viejo Continente de las fuentes de energía fósil que le proporciona Rusia y que incluye el envío de 15 mil millones de gas líquido y otras iniciativas para acelerar el tránsito hacia fuentes de energía renovable.

El presidente de EE. UU., además, prometió ayudas por más de 1.000 millones de dólares para atender la crisis de refugiados en varias naciones de Europa del este y pidió formalmente la expulsión de Rusia del G-20, que agrupa a las naciones más industrializadas del mundo y que tiene prevista una cita en octubre a la que iría Putin.

Los ataques rusos continúan en Ucrania. Imagen de bombardeos en Kiev.

Foto:

AFP

Pero quizá el desarrollo más significativo de la jornada fue la ¨línea roja¨ que trazaron EE.UU. y la Otán frente al eventual uso de armas químicas y biológicas en Ucrania.
En los últimos días ha crecido la preocupación por la posibilidad de que Rusia, frustrada por su falta de avances en el terreno militar y estrangulada por las medidas económicas, apele al uso de armas no convencionales como estas, que están prohibidas desde la Primera Guerra Mundial.

Responderemos del mismo modo. Si Putin las usa responderemos. La naturaleza de esa respuesta dependerá de la manera como sean utilizadas

Aunque Moscú lo niega, la comunidad internacional está convencida de que fueron empleadas por el régimen de Bashar al Assad en Siria (aliado del Kremlin) en 2013.

Sin embargo, ni el presidente de EE. UU. de entonces (Barack Obama) ni la Otán quisieron comprometerse a que el empleo de este letal armamento constituía una infracción que desataría una respuesta de Occidente. En esta ocasión, tanto Biden como los europeos dejaron entrever que Putin pagará un alto precio si atraviesa la línea.

“Responderemos del mismo modo. Si Putin las usa responderemos. La naturaleza de esa respuesta dependerá de la manera como sean utilizada”, dijo el presidente Biden.

Esta semana, The New York Times reportó que desde el primer día de la invasión, el mandatario estadounidense ensambló un equipo, al que se le conoce como el ‘Grupo Tigre’, cuya tarea es desarrollar un plan de respuesta en caso de que Moscú use este tipo de arsenal, o escale el conflicto a través de ataques directos a los convoyes que llevan ayuda humanitaria y militar a Ucrania, o contra países miembros de la Otán. Y, por supuesto, ante la posibilidad de que Rusia use su arsenal nuclear.

Biden, en otra muestra de su desafío, visitó este viernes las tropas de EE. UU. en Rzeszow, una ciudad a 100 kilómetros de la frontera con Ucrania, en Polonia, y ayer Varsovia para una entrevista con el presidente Andrzej Duda, con quien discutió la defensa de uno de los países mas vulnerables de la Otán por su cercanía con Rusia.

La unión no lo es todo

Pero el viaje de Biden y las reuniones con europeos también dejaron ver los límites que existe en la estrategia de contención. Si bien varios países de la Unión Europea han pedido un bloqueo total a las importaciones de hidrocarburos rusos, quedó claro que de momento no existe apetito para semejante maniobra. Al menos no de momento. Especialmente en el caso de Alemania, que importa de este país casi el 40 por ciento de sus necesidades.

Pese a la fractura, el presidente de EE. UU. siguió insistiendo en que el objetivo final es llegar a ese punto. “Sé que eliminar el gas ruso le costará a Europa, pero no solo es el paso correcto desde una perspectiva moral sino que nos permitirá posicionarnos con más firmeza desde un punto de vista estratégico”, advirtió el mandatario.

Rusia, en todo caso, ha comenzado a explotar esa contradicción indicando que a partir de ahora solo recibirá rublos como forma de pago para las exportaciones energéticas hacia países que considera hostiles. Algo que los europeos catalogaron como una extorsión cuyo fin es evadir las sanciones económicas.

Presidente ucraniano, Volodimir Zelenesky.

Foto:

EFE/EPA/UKRAINIAN PRESIDENTIAL PRESS

Al mismo tiempo, desapareció de la agenda la idea de defender una zona de exclusión aérea sobre Ucrania, algo que viene pidiendo casi a súplicas el presidente ucraniano Volodimir Zelensky, como también la posibilidad de donarle viejos aviones soviéticos que algunos países aún poseen.

De la misma manera, la Otán –incluido EE.UU.– siguieron manteniendo la línea de que no intervendrán de manera directa en el conflicto a pesar de concluir que se están cometiendo crímenes de guerra en este país.

De hecho, en su intervenciones durante la cita con la Otán y la UE, Zelensky no habría insistido en estas solicitudes. Que, entre cosas, le han causado a Biden y los aliados fuertes presiones internas al igual que fisuras en la alianza frente a Rusia. Pero al fin de la semana funcionarios ucranianos se declararon “decepcionados» por el resultado de la cita de la Otán y volvieron a revivir ambas peticiones.

En todo caso, el mensaje del mandatario estadounidense, yuno muy fuerte, es que pese a las diferencias que hay el “frente común” que existe para detener a Rusia es sólido, y dará frutos en el corto o mediano plazo.

«La Otán –dijo Biden– nunca había estado tan unida como ahora. Lo más importante de todo es mantenernos unidos, enfocados, y demostrarle a la bestia de Putin que vamos a seguir castigándolo este mes, el entrante, todo el año y el tiempo que sea necesario”.

SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
En Twitter @sergom68

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