Las cifras récord de la gasolina en Estados Unidos causadas por la guerra
El alto costo del combustible llegó de la mano de la inflación desbordada.

El alto costo del combustible llegó de la mano de la inflación desbordada.
La última vez que el precio del galón de gasolina en Estados Unidos, ajustado por inflación, había superado la barrera de los cuatro dólares por galón fue hace más de 100 años (en 1918), cuando apenas estaba comenzando la producción comercial de crudo para satisfacer la creciente demanda de automotores.
La cifra, producida por los expertos de InflationData.com, habla sobre el actual momento que vive el país.
Esta semana, el galón alcanzó los 4,29 centavos de dólar, casi el doble de los precios que se registraban hace apenas 18 meses y dos centavos por debajo del máximo histórico de 4,31 centavos al que se llegó hace apenas siete días. Y si bien el precio del barril de crudo se desplomó ligeramente debido al temor por el regreso del covid en China (de 131 dólares a 106), su valor en las gasolineras del país aún permanece sin mayores modificaciones.
Ese altísimo costo ha llegado, además, de la mano de una inflación que ronda el 7,9 por ciento –la más alta en 40 años– y que tiene a todo el mundo pensando en el estado de su billetera.
“Esto es absurdo. Hasta hace poco gastaba unos US$ 250 dólares al mes tanqueando el carro. Ahora me gasto más de US$ 500. En mi casa estamos haciendo lo que se puede para ahorrar. Salimos menos, más bicicleta y transporte público. Pero nada alcanza. No es normal”, le decía a este diario Mark Green, un residente de Fairfax, en Virginia, donde los precios por galón ya se acercan a los cinco dólares.
Si bien hay varias razones que explican el agudo incremento, el tema se ha tornado en toda una batalla entre el presidente Joe Biden y los republicanos, con claras implicaciones electorales a nivel interno y otras de alcance mundial y geoestratégicas.
El tema se ha tornado en toda una batalla entre el presidente Joe Biden y los republicanos, con claras implicaciones electorales a nivel interno y otras de alcance mundial y geoestratégicas.
El origen de la situación, y en eso coinciden la mayoría de expertos, está en la pandemia de covid-19 que se desató en marzo del 2020, la crisis económica causada por las políticas de confinamiento y las irrupciones en las cadenas de producción y demanda a nivel mundial.
A lo largo de los primeros meses de la pandemia, con el planeta entero encerrado en sus casas, la demanda por gasolina y diésel se redujo de manera dramática. Para ponerlo en contexto, el precio del barril cayó a 23 dólares. En respuesta, los productores –tanto en EE. UU. como en el resto del planeta– bajaron los suministros.
De acuerdo con Patrick Hann, analista en temas petroleros para la firma Gas Buddy, cuando las cosas comenzaron a mejorar y se levantaron muchas de las restricciones, la gente regresó a las calles pero la demanda superó la oferta que existía en el momento. Lo cual provocó una primera disparada de los precios.
En esto tuvo mucho que ver la decisión de la Opep, alianza de productores de petróleo que abastece el 50 por ciento del mercado mundial, y que optó por mantener la oferta baja para provocar un incremento del precio del barril y recuperar lo perdido. Eso según la Administración para la Energía de EE. UU. (AIE).
Adicionalmente, la producción nacional tampoco creció, pues las empresas optaron por privilegiar el pago a los inversionistas –que se mostraban reticentes a poner dólares para financiar a la industria– antes que expandir sus operaciones y elevar la oferta.
Los analistas también apuntan a otro factor asociado con la pandemia: para ayudar a los estadounidenses, demócratas y republicanos en el Congreso aprobaron masivos paquetes de estímulo económico que mantuvieron a flote la demanda de productos pese a los problemas que se registraban en las cadenas de suministro, lo cual contribuyó a los altos precios y generó más inflación.
Demócratas y republicanos en el Congreso aprobaron masivos paquetes de estímulo económico que mantuvieron a flote la demanda… lo cual contribuyó a los altos precios y generó más inflación.
“La producción de petróleo en EE. UU. cayó de manera dramática en los últimos 8 meses de la presidencia de Donald Trump. ¿Fue su culpa? No. Como tampoco lo es de Biden que ahora estemos pagando estos precios exorbitantes. Lo que nos arrodilló fue la pandemia”, dice Hann.
Al cuadro, que ya era crítico, se sumó el mes pasado la invasión de Rusia en Ucrania, que disparó aún más el valor del crudo. Sobre todo desde la semana pasada, cuando Biden anunció la suspensión de importaciones de hidrocarburos de Moscú. Según el presidente, por lo menos el 20 por ciento del valor extra que están pagando los estadounidenses en las gasolineras es atribuible a este conflicto y razón por la cual ha comenzado a referirse al fenómeno como “el incremento Putin”.
Abhiram Rajendran, jefe de investigación de mercados en Energy Intelligence, dice, de hecho, que la guerra en Ucrania terminó siendo como “echar gasolina sobre una hoguera” que ya estaba fuera de control.
Pero los republicanos, que empujaron por el veto a las importaciones rusas, responsabilizan ahora al presidente por los altos precios de la gasolina que se están pagando. Anotan, con razón, que los incrementos comenzaron mucho antes de la invasión. Pero en lugar de apuntar hacia la pandemia, sostienen que se deben a las políticas que ha promovido el mandatario demócrata desde que llegó a la Casa Blanca.
Diversos reportes de The Washington Post, The New York Times y otros medios sostienen que los argumentos republicanos son falsos o tendenciosos. Aunque reconocen que las políticas de Biden han tenido algún efecto, este ha sido marginal y no afecta los precios que se está pagando hoy por el crudo, que son fijados por el mercado internacional y tienden a ser especulativos.
De acuerdo con Rajendran, la razón de fondo es que las compañías petroleras están privilegiando el pago de dividendos a los inversionistas que nuevas inversiones en explotación, cuyas ganancias se proyectan hacia el futuro.
Si bien ambos bandos quizá tengan puntos válidos, lo cierto es que el debate se ha tornado en toda una batalla política con claras inclinaciones electorales.
En noviembre hay elecciones legislativas que definirán el control del Congreso por los próximos dos años. Los republicanos, que hoy están en la oposición, saben que Biden y los demócratas están en una posición de debilidad, pues nada afecta más la percepción de los votantes que el estado de sus billeteras.
Y aunque las razones puedan ser múltiples, el electorado tiende a castigar a los gobernantes de turno así las causas de la inflación y los precios de la gasolina estén fuera de su control.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
@sergom68
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