¿Está Estados Unidos en recesión?

Esa evaluación se deriva de una cadena de razonamientos que tiene tres errores. Análisis.

¿Está Estados Unidos en recesión?

Esa evaluación se deriva de una cadena de razonamientos que tiene tres errores. Análisis.

El 28 de julio, la Oficina de Análisis Económico de Estados Unidos (BEA, por sus siglas en inglés) publicará su estimación anticipada del crecimiento del PIB del segundo trimestre. El anuncio inminente tiene a los observadores al borde de sus asientos y muchos esperan que confirme que la economía estadounidense entró en recesión en la primera mitad de 2022. Pero si el anuncio fuera ese, lo cierto es que la realidad es mucho más complicada.

La predicción de recesión se basa en dos supuestos: el crecimiento del primer trimestre fue negativo y una recesión se define cuando hay dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo. Como resultado, si se estima que el crecimiento del segundo trimestre ha sido negativo, los mercados de acciones y bonos podrían reaccionar al alza en el muy corto plazo. Una recesión podría llevar a los inversionistas a creer que la Reserva Federal de Estados Unidos disminuirá sus agresivos aumentos de las tasas de interés.

Pero hay tres fallas principales en este razonamiento. En primer lugar, es probable que el crecimiento haya sido tanto positivo como negativo en el segundo trimestre. Sí, el modelo de la tasa de crecimiento del producto interno bruto real (GDPNow) de la Fed de Atlanta estima una tasa de crecimiento anual del -1,5 por ciento en el segundo trimestre, según los datos disponibles hasta el 15 de julio. No obstante, algunos economistas —entre los que me incluyo— dirían que es más probable que el crecimiento haya sido positivo en el segundo trimestre.

Las revisiones han movido el producto interno bruto (PIB) en la dirección del ingreso interno bruto (GDI) con más frecuencia que viceversa

Sin embargo, incluso si la estimación de BEA es negativa, no significa necesariamente que Estados Unidos haya entrado en recesión. Esto se debe a que —y esta es la segunda falla— una recesión en EE. UU. no se define como dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo.

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Es cierto que la regla de los dos trimestres seguidos se usa para determinar si la mayoría de las economías avanzadas —particularmente en Europa— están en recesión. Pero no es el criterio principal en todos los países. Ciertamente no es en los EE. UU., donde el Comité de Fechado de Ciclos Comerciales de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés) la determina en función de una variedad de otros indicadores, un papel que la Oficina de Análisis Económico reconoce oficialmente. (Vale la pena señalar que las instituciones privadas sin fines de lucro, como el NBER, también producen otros indicadores económicos importantes, como el índice de confianza del consumidor y el índice de gerentes de compras).

Podría decirse que el enfoque de NBER produce evaluaciones más precisas que la regla simplista de dos trimestres consecutivos. Así lo demostró, por ejemplo, la recesión de 2001, cuando no pasó la prueba de los dos trimestres, porque el crecimiento del PIB fue negativo en el primer y tercer trimestre de ese año, pero positivo en el segundo trimestre. No obstante, si uno observa una variedad de indicadores, especialmente sobre el empleo, está claro que efectivamente hubo una recesión. El NBER lo reconoció.

Todavía es natural ver el crecimiento de la producción como el indicador más importante de una recesión. Pero incluso si uno se basa en la regla de los dos trimestres, aún hay un tercer error en la suposición de que Estados Unidos entró en recesión en la primera mitad de 2022: contrariamente a lo que se cree, el crecimiento del primer trimestre no fue necesariamente negativo.

Hay que partir de que hay dos formas de medir la producción. El que recibe toda la atención en el país norteamericano es el PIB, que se mide por el lado del producto, es decir, sumando los sectores en los que se venden bienes y servicios. Usando esa medición, el crecimiento anual del PIB de EE. UU. fue negativo en el primer trimestre, ubicándose en -1.6 por ciento.

Pero el crecimiento también se puede medir por el ingreso interno bruto (GDI, por sus siglas en inglés), que se calcula del lado de los ingresos, es decir, sumando algunos de ellos como las compensaciones a los empleados. En teoría, las dos medidas deberían ser exactamente iguales. Pero en la práctica, existe una discrepancia estadística, que en el primer trimestre de 2022 fue grande, con un crecimiento del GDI del 1,8 %. El promedio de las dos medidas, que se conoce como producción interna bruta (GDO, en inglés), también fue positivo.

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Crecimiento de la economía estadounidense en el último año

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EL TIEMPO

Aquí viene la parte importante. Los expertos, incluso en el Gobierno de EE. UU., han considerado durante mucho tiempo que el dato del ingreso interno bruto es tan informativo para medir la producción económica como el del producto interno bruto. También lo ha hecho el comité NBER, que considera el GDO al determinar las fechas de punto de inflexión trimestrales.

Esto tiene dos implicaciones para la estimación de la BEA. La primera es que, incluso si muestra que el crecimiento del PIB ha sido negativo durante dos trimestres consecutivos, es muy poco probable que el comité NBER concluya que una recesión comenzó en el primer trimestre de 2022. Esa conclusión estaría fuera de lugar con lo indicado en el GDI, el crecimiento del empleo y otros indicadores económicos del primer trimestre.

En segundo lugar, pronto se revisarán las cifras del PIB. Esto es rutinario y las revisiones son sustanciales: la revisión absoluta media para un trimestre dado —incluso yendo desde la tercera hasta la última actualización de la BEA (después de las “revisiones de referencia” de mitad de año)— es de 1,2 puntos porcentuales, para una muestra que termina en 2018. Esta es la razón principal por la que el comité NBER espera tanto tiempo —11 meses, en promedio— antes de llamar a los puntos de inflexión.

Cuando la BEA lleve a cabo su “revisión de referencia” integral de las Cuentas Nacionales de Ingresos y Productos —este año, los resultados se publicarán en septiembre, en lugar de julio—, bien podría revisar el alza el crecimiento del PIB del primer trimestre, posiblemente incluso lo suficiente como para volverlo positivo. Históricamente, las revisiones han movido el PIB en la dirección del GDI con más frecuencia que viceversa. En ese sentido, el GDI puede ser una medida más confiable de la producción interna que el PIB.

Prepárense para los titulares que dicen que la economía estadounidense está en recesión, con todas las reacciones del público y del mercado que se desencadenarán. Pero no se sorprendan si les dicen lo contrario dos meses después.

JEFFREY FRANKEL (*) © PROJECT SYNDICATECAMBRIDGE(*) Profesor de Formación y Crecimiento de Capital en la Universidad de Harvard. Fue miembro del Consejo de Asesores Económicos del presidente Bill Clinton. Es investigador asociado de la Oficina Nacional de Investigación Económica de EE. UU.

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