El mar Negro, escenario perpetuo del choque Rusia-Europa

Al terminar la Guerra Fría se esperaba que fuera espacio de cooperación. Moscú va en vía opuesta. 

El mar Negro, escenario perpetuo del choque Rusia-Europa

Al terminar la Guerra Fría se esperaba que fuera espacio de cooperación. Moscú va en vía opuesta. 

El mar Negro vuelve a ser, en medio del ataque ruso a Ucrania, uno de los principales teatros de operaciones. Una vez más, como en siglos y décadas anteriores, el mar, solo abierto al Mediterráneo por los estrechos turcos del Bósforo y los Dardanelos, es punto de encuentro y tensión entre el mundo ruso y el resto de Europa y Turquía.

Este lugar mítico desde la antigüedad es hoy una de las principales fallas entre la Otán y Rusia.

El mar Negro es desde hace siglos un bocado apetitoso para Rusia porque le asegura –con permiso turco– acceso a aguas cálidas. Sus puertos del norte, durante gran parte del año, estuvieron bloqueados a la navegación por los hielos, que hoy se rompen con rompehielos nucleares. 

La expansión del Imperio ruso llegó a sus costas en 1783, cuando tras la conquista del kanato de Crimea Rusia, bajo el mando de la zarina Catalina II inauguró el puerto de Sebastopol, desde entonces una plaza estratégica para el control de esas aguas. 

Ucrania y Crimea fueron integradas por la fuerza en la URSS, después de años en los que, al calor de la inestabilidad de la Revolución rusa (1917), franceses y británicos ocuparon Odesa y Sebastopol. 

Crimea y Sebastopol fueron rusas y aseguraron la salida a aguas cálidas de su flota militar. En 1922, Ucrania y Crimea fueron integradas por la fuerza en la Unión Soviética, después de unos años en los que, al calor de la inestabilidad provocada por la Revolución rusa de 1917, franceses y británicos ocuparon Odesa y Sebastopol por breves períodos. Ayudaban entonces a los conocidos como “rusos blancos”, la parte del generalato zarista que resistió con las armas la llegada de los sóviets al poder. 

Antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, la Convención de Montreux de 1936 estableció cuándo y cómo puede Turquía cerrar el paso de buques por sus estrechos.
Las siete décadas de Unión Soviética no vieron cambios. A su desmoronamiento, la Ucrania independiente controló Sebastopol y Crimea, dejando a Rusia sin ese puerto de aguas profundas para su flota del mar Negro.Kiev y Moscú cooperaron y el mar Negro, por unos años, pareció una región más de cooperación que de confrontación. 

El destino de la flota rusa del mar Negro fue plato de negociación porque legalmente debía pasar a Rusia como Estado heredero de la Unión Soviética, pero Ucrania controlaba su puerto. Las negociaciones dieron lugar a un acuerdo, firmado el 28 de mayo de 1997, por el que Ucrania se quedaría con el 17 por ciento de la flota de la antigua Unión Soviética (80 buques), y Rusia, con el 83 por ciento (338) y podría seguir usando la base de Sebastopol durante 20 años prorrogables mientras construía una nueva base naval en aguas del mar Negro. 

La época de tranquilidad dio, incluso, lugar a la creación de la Organización de Cooperación Económica del mar Negro: Rusia, Ucrania, Turquía, Bulgaria, Georgia, Rumania pero también Armenia, Azerbaiyán, Albania, Grecia y Moldavia. En 1999 empezó a funcionar, aunque de modo limitado. 

La época de tranquilidad dio, incluso, lugar a la creación de la Organización de Cooperación Económica del mar Negro: Rusia, Ucrania, Turquía, Bulgaria, Georgia, Rumania.

El ataque ruso a Georgia en 2008 para evitar su “revolución naranja” y el hecho de que Rusia arrancara a Tiblisi los territorios de Osetia del Sur y Abjasia rompieron la tranquilidad. Tras años de bloqueo y de aumento de la tensión, la anexión rusa de la Crimea ucraniana en 2014 acabó con las esperanzas y aumentó la presencia militar en unas aguas a las que tienen acceso Ucrania, Rusia, Georgia y tres países miembros de la Otán: Turquía (que controla los accesos), Rumania y Bulgaria. Estos dos últimos son miembros de la Unión Europea desde 2007. Turquía es candidata a la adhesión, sin muchas esperanzas, desde 1987. 

Pavel Anastasov, ex secretario de Estado de Defensa búlgaro, explica que la influencia rusa en el mar Negro desde entonces “ha sido nefasta”. Este antiguo político convertido en analista cuenta que Moscú “intenta fomentar las divisiones y reavivar conflictos antiguos entre actores de la región porque su objetivo es destruir la cooperación y minar la confianza en los actores euroatlánticos”. 

Anastasov recuerda que la mayor parte de lo que llamamos “conflictos congelados” están en las orillas del mar Negro y que convierten sus territorios en “zonas grises que alimentan la criminalidad organizada, los tráficos ilegales y la radicalización. Rusia usa esos conflictos para intimidar políticamente a otros Estados que se independizaron a la caída de la Unión Soviética”. 

Desde 2014, y sobre todo desde el pasado 24 de febrero, la presencia militar de la Otán aumenta en el mar Negro. Rumania y Bulgaria han visto la llegada de contingentes de soldados franceses, belgas y estadounidenses, España desplegó cazabombarderos Eurofighter. 

La Alianza Atlántica busca con estas medidas asegurar su flanco suroriental y proteger a dos países militarmente débiles, como son Rumanía y Bulgaria. Enfrente, en el pequeño mar de Azov, una especie de mar Negro en miniatura, Rusia asedia y bombardea desde hace días su principal puerto y ciudad, Mariúpol, una ciudad mártir de 400.000 habitantes.

IDAFE MARTÍN PÉREZ 
Especial para EL TIEMPO
Bruselas
@Idafe Martín Pérez

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