El ‘amanecer negro’ de Leópolis tras el primer ataque ruso a la ciudad

El ‘amanecer negro’ de Leópolis tras el primer ataque ruso a la ciudad

Directo Última hora de la guerra en Ucrania Guerra en Ucrania La estrategia del terror de Putin: atemorizar a la población civil, tomar Kiev y decapitar Ucrania

El tono rosado que toma el amanecer en Leópolis se apaga con el humo negro que sale de sus edificios en llamas. «Deja de preguntarme por qué Putin también bombardea aquí. ¿Por qué bombardea a los hospitales en Jarkov o a las guarderías en Mariupol? Porque es como Hitler», reflexiona el alcalde de Leópolis, Andriy Sadovy. Muestra así su enfado por la muerte de 109 niños en el país desde que comenzó la guerra en Ucrania, una situación que en la ciudad han simbolizado colocando 109 cochecitos de bebé vacíos en una céntrica plaza.

Eran las 06.08 de la mañana cuando este viernes empezaron a sonar sirenas en Mariupol. No era una buena señal después de una noche tranquila, la primera sin sobresaltos en varios días. Los que viven cerca del aeropuerto sintieron con fuerza el ataque ruso. «Seis misiles KH-555 lanzados por bombarderos rusos despegaron del mar Negro, dos fueron interceptados por fuerzas aéreas», diría más tarde la aviación ucraniana.

Las tropas rusas atacaron un hangar situado entre el aeropuerto de la ciudad y las vías del tren. Estaba situado a cuatro kilómetros exactos del centro histórico de Leópolis, reconocido como patrimonio mundial por la Unesco, de la iglesia de San Pedro y San Pablo y de la iglesia armenia.

Eran las 06.32 horas cuando terminaron de sonar las alarmas antiaéreas. Los habitantes de la ciudad empezaron a salir lentamente de los búnkeres. Desde un paso elevado cercano al aeropuerto Danylo Halytsky se podía ver como en la zona el cielo estaba negro por el humo. Los guardias que se encontraban sobre el puente estaban nerviosísimos y el olor entraba por la nariz y provocaba lágrimas en los ojos.

En los puestos de control cercanos es mejor mirar hacia abajo, todos los coches que entran en Mariupol son revisados uno por uno y hay cócteles molotov en los rincones esperando al invasor mientras los coches del SBU, los servicios ucranianos, pasan a toda velocidad.

Entre la vía férrea y la pista del aeropuerto los bomberos trabajaban duro para apagar las llamas. Mientras tanto, eran muchas las personas que hacían cola para coger un autobús rumbo a la ciudad: obreros y oficinistas que salían de las afueras de la ciudad para ir a trabajar, pero el tráfico estaba completamente boqueado.

«¿Qué habría pasado si los misiles hubieran caído una hora después?», preguntaba alguien en la parada del autobús. Por suerte, el ataque no dejó ningún muerto, sólo un herido leve. Leópolis ha estado cerca de sufrir una masacre y, con los bombardeos, está en riesgo la ciudad que ha sido centro de ayuda y refugio de los dos millones de refugiados que han cruzado la frontera hacia Polonia y de 200.000 que decidieron quedarse aquí.

Según el alcalde, el bombardeo cayó sobre un hangar de aviones «en desuso». «Lo abandonamos antes de la guerra precisamente por prevención», cuenta. Ha sido un ataque de «alta precisión» por parte de Moscú ya que, con él, se ha destruido una fábrica en la que habían estacionados «aviones de combate».

Es fácil darse cuenta de que a Leópolis ya no sólo llegan seres humanos que están tratando de escapar de las ciudades más golpeadas por los ataques, sino también nuevos reclutas y vehículos militares. Y es que Yavoriv, el centro de entrenamiento militar que fue arrasado el pasado domingo, base de soldados extranjeros, no ha sido suficiente para Putin. Por Leópolis pasan políticos ucranianos, diplomáticos, clérigos y líderes de distinta clase para mostrar su apoyo al pueblo ucraniano. Pero, aquí llegan, sobre todo, las armas de Occidente. Y es que Leópolis es un signo de resistencia y se ha convertido en un «almacén» de municiones para esta guerra.

La guerra en Leópolis se produce a unos 70 kilómetros de Europa. Pero el «juego» ruso no es como en Mariupol donde su alcalde, Vadym Boichenko ha confirmado que las tropas invasoras ya han llegado al centro de la ciudad. Ni como en Mykolaiv, donde han muerto ya 45 soldados en cuarteles bombardeados. «El siguiente objetivo en Leópolis es la emisora de televisión», asegura Ivan, un estudiante universitario que trabaja junto a los hacker de Kiev.

En el objetivo del ejército ruso también habría, al menos, dos cuarteles del ejército ucraniano, dos centrales eléctricas, una fábrica de tanques, almacenes de camiones y centros logísticos. Sin embargo, atacar a estas infraestructuras también significaría hacerlo contra la población. «Y aquí ni siquiera Hitler se atrevió a tanto», añade.

En la ciudad se discute si reabrir las guarderías después de la educación primaria, pero hay quien piensa que es demasiado peligroso ya que para los niños tan pequeños tener que protegerse en refugios cada vez que hay un peligro podría resultar traumático.

Tras el segundo cinturón vial de la ciudad se refuerzan las defensas. Están cavando trincheras en el suelo y en la carretera hacia Tusk, los controles son mini fortalezas cubiertas con telas de camuflaje que han cosido voluntarios en la ciudad. Detrás aparece un militar que ha llegado de fuera de la ciudad cargado con un lanzacohetes: «Si llegan los bielorrusos estamos listos para recibirlos».